La habitación era mucho más pequeña de lo que parecía, a penas habría medio metro entre la cama y el armario, la cama y la pared, y la cama y la puerta del baño. Un poco claustrofóbica. Además, aunque la dirección es calle D'Arzola n2, en esa calle hay una puerta principal cerrada, sin señalización que explique nada, con un timbre a recepción que no funciona. Después de llamar al fijo y al móvil no se cuánto tiempo y andar con las mochilas isla arriba, isla abajo, nos devuelven la llamada para indicarnos que el hotel está abierto, pero es que se entra por una puerta lateral, en la calle Carlos III. Por lo demás, normal. Prefiero La trancada.